lunes, 10 de noviembre de 2008

De bruces hoy la luna se ha tendido
imantada de hollín sobre la nieve.
Arrebola su llanto en un tañido,
naufraga en la ventisca que la llueve,
avara busca entre sus pechos nido.

Grita fulgor de savia en mi garganta
el ominoso rastro de sus dientes.
Miente cisnes borrachos mientras canta,
me disfraza de espuma en su creciente,
asesina proclamándose santa.

Mira qué pantomima su ansiedad
al acodarse frente a tu ventana.
Limosnera mendaz, mustia y ladina,
demandando favores por piedad,
obsequiando martirio la mañana,
negociando su carne en chamusquina,
afectando tu lecho tempestad.
Dentro, el plumaje de diosa temprana,
oculta, en vil dragón, papel de china.

Si la luna te dice “vengo herida”,
insinuando en tu vientre algún desmayo
es que quiere ceñirte a una medida
robada de las lluvias que eran mayo.
Retrocede. No imites la caída.
Amar es descender de piel a rayo.

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