viernes, 19 de febrero de 2010

EL CARTERO SIEMPRE LLAMA DOS VECES

Pues sólo hasta morir y hasta matar
es el amar, amar.
Y que quede bien claro en el oficio,
señor fiscal, señora mecanógrafa,
señoritas del santo tribunal,
señoritos de la sagrada toga:
no he dicho hasta morir o hasta matar.
No he empleado disyunción, ni dejado entreabierta
a modo de esperanza
la puerta del resguardo.
He dicho hasta morir y hasta matar.
El crimen del amor no hace distingos
entre asesino y víctima.
El crimen del amor se limita a mostrarnos
en un único gesto
(beso, abrazo, palabra, mordedura)
el rostro doble que hay bajo la máscara.
No van a entender nada
si me condenan a la silla eléctrica
por un par de homicidios original y copia
y no advierten que aquí reflejo y rostro
son una misma cosa sin dejar de ser dos.
Y morir de esa forma,
morir sin entender por obra del amor
(obra corazón roto, ojos cerrados
y filo a flor de sangre bajo piel)
constituye, lo diga o no la ley
el único delito verdadero:
el cándido delito que se ignora condena.

viernes, 4 de diciembre de 2009

DICIEMBRE

Arriba, a mi derecha,
oculto en un resquicio
de las vigas del techo,
canta al filtrarse el aire.

Abajo, hacia mi izquierda,
sobre el polvo quemado,
una gota repica
sin plazos el instante.

En medio mi garganta,
ya casi melodía,
ya por nadita ritmo
se madura callando.

lunes, 19 de enero de 2009

ENERO


No ha mancillado el mundo
flor menos natural
que la flor del hallazgo.
Los cauces marchan solos y es la mano,
su violento artificio, quien inventa
encrucijadas, desembocaduras:
compartidas mareas
para urdir unidad y equidistancia
la corriente dispersa.
Por sí mismas, las órbitas
desdicen el encuentro,
lo reducen a azar. Y perdurarnos,
perdurar junto al otro, se resigna
mero matiz apenas
en la norma brutal del accidente.
Nunca contravenimos
con mayor osadía
los designios de dios o de su ausencia
que al estrechar abrazo
con el puñal o el beso entre los dientes
dos o más soledades.
Es de ahí que nos viene,
unas veces punzante y otras tenue,
apenas como un eco,
aquella tentación
de dejar que las cosas
obedezcan con plena mansedumbre
su curso, sin enmiendas.
Y por eso delante
de una ruina de escombro y chamusquina
—la piel franco rescoldo todavía—
solemos dedicarle algún suspiro
a la apartada, intacta,
casita en el paisaje de la víspera.

lunes, 10 de noviembre de 2008

De bruces hoy la luna se ha tendido
imantada de hollín sobre la nieve.
Arrebola su llanto en un tañido,
naufraga en la ventisca que la llueve,
avara busca entre sus pechos nido.

Grita fulgor de savia en mi garganta
el ominoso rastro de sus dientes.
Miente cisnes borrachos mientras canta,
me disfraza de espuma en su creciente,
asesina proclamándose santa.

Mira qué pantomima su ansiedad
al acodarse frente a tu ventana.
Limosnera mendaz, mustia y ladina,
demandando favores por piedad,
obsequiando martirio la mañana,
negociando su carne en chamusquina,
afectando tu lecho tempestad.
Dentro, el plumaje de diosa temprana,
oculta, en vil dragón, papel de china.

Si la luna te dice “vengo herida”,
insinuando en tu vientre algún desmayo
es que quiere ceñirte a una medida
robada de las lluvias que eran mayo.
Retrocede. No imites la caída.
Amar es descender de piel a rayo.

lunes, 8 de septiembre de 2008


Esta botella
perdida en altamar
no es una llamada de auxilio.

Es una invitación al naufragio.